La Casa Blanca acepta a regañadientes que el Congreso prohíba la tortura
El Gobierno admite la propuesta del senador McCain de que la CIA no tenga inmunidad
La Casa Blanca llegó ayer a un acuerdo con el senador republicano John McCain sobre la prohibición de la práctica de la tortura en detenidos sospechosos de terrorismo, que no da inmunidad a los miembros de la CIA. "Hemos enviado al mundo el mensaje de que, como el presidente ha dicho en reiteradas ocasiones, Estados Unidos no tortura, que no somos como los terroristas", manifestó McCain al celebrar el acuerdo con George W. Bush, que le felicitó y dijo que ambos compartían "el objetivo de proteger a los estadounidenses en la guerra contra el terrorismo".
"Este acuerdo", añadió el presidente, "dejará claro al mundo que este Gobierno no tortura y que respetamos los acuerdos internacionales sobre tortura, dentro y fuera de Estados Unidos". El senador McCain dio las gracias a George W. Bush "por el esfuerzo hecho para resolver este complicado problema"; el presidente dijo que el senador, antiguo prisionero de guerra durante el conflicto de Vietnam, es "un hombre bueno que honra los valores de América".
"Hemos trabajado muy estrechamente con el senador y otras personas para conseguir el objetivo y para garantizar la protección de los que están en la primera línea de combate contra el terrorismo", añadió Bush, refiriéndose al escollo principal, el estatus jurídico de los miembros de la CIA en la situación de trato e interrogatorios a los sospechosos de terrorismo detenidos y en custodia de EE UU.
La negociación -un auténtico pulso en el que, al final, la Casa Blanca se ha rendido a la evidencia de que el Congreso no iba a rebajar la propuesta de McCain- se había intensificado en las últimas semanas, desde que el Senado casi por unanimidad (90 contra nueve votos) aprobó la medida. La presión se hizo ayer irresistible después de que la Cámara -en teoría más sensible a la línea oficial del Gobierno- se sumara el miércoles por la noche al planteamiento básico de McCain: extender la prohibición de la tortura que figura en las leyes de EE UU y sus compromisos internacionales a los extranjeros detenidos y sospechosos de terrorismo, sin excepciones, y prohibir también "los castigos y el trato cruel, inhumano o degradante" de cualquiera que esté bajo custodia de EE UU, independientemente de dónde ocurra.
La Casa Blanca, en especial el vicepresidente Dick Cheney, se esforzó a fondo en noviembre para suavizar la medida de forma que la CIA pudiera ampararse en la excepción, y no en la regla que prohíbe la tortura. El propio Bush llegó a amenazar con vetar la ley del Presupuesto de Defensa, en la que está incluida la provisión, si no había una negociación satisfactoria.
La clave del acuerdo
La clave del acuerdo, explicó McCain, fue incluir una fórmula similar a la del Código militar de Justicia que permita a los interrogadores civiles -es decir, de la CIA- acusados de haber practicado tortura o malos tratos "defender sus derechos" demostrando, en caso de poder hacerlo, que su actuación se ajusta a las órdenes recibidas y que no viola las normas legales. Pero "defender los derechos" significa (a la espera de conocer los detalles, porque la ley no se hizo pública ayer), que los miembros de la CIA no se podrán acoger a ninguna excepción ni tendrán inmunidad frente a denuncias de violación de esta prohibición.
Además de la presión de las dos Cámaras, el Gobierno ha acabado por asumir el peso de los escándalos de malos tratos y torturas en Abu Ghraib, Guantánamo y otros lugares. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, escuchó la semana pasada en Europa las críticas de los aliados sobre las acusaciones de centros secretos de detención de la CIA y traslados de detenidos fantasmas de Al Qaeda, y aseguró que EE UU no torturaba. Algunas de las reacciones de ayer tuvieron en cuenta el grave problema de imagen: "La niebla legal se está despejando por fin. El ojo morado de la moral de Estados Unidos está por fin curándose", según la demócrata Jane Haman, del comité de Inteligencia de la Cámara.
John McCain, que fue torturado durante sus cinco años como prisionero en Vietnam del Norte, explicó hace un mes qué era lo que le había llevado a ser motor de la iniciativa: "Los terroristas son la quintaesencia del mal", dijo en la CBS, pero "no se trata de ellos, se trata de nosotros. Estamos en una batalla por las cosas en las que creemos y que defendemos. Y una de ellas es los derechos humanos, independientemente de lo terribles que puedan ser nuestros adversarios".
El senador, que peleó con Bush por la nominación republicana de 2000 y que es el posible candidato para 2008 que más popularidad tiene, añadió: "Estamos librando dos guerras al mismo tiempo: la militar, en Irak, y la de la opinión pública, en todo el mundo. Y tenemos que garantizar que nosotros estamos en contra de la tortura".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Inmunidad judicial
- Terrorismo internacional
- Cárceles secretas
- Tortura
- Prisioneros guerra
- CIA
- Derechos humanos
- Estados Unidos
- Servicios inteligencia
- Política exterior
- Integridad personal
- Espionaje
- Seguridad nacional
- Fuerzas seguridad
- Lucha antiterrorista
- Delitos
- Conflictos
- Relaciones exteriores
- Defensa
- Terrorismo
- Política
- Sociedad
- Justicia